¿Cómo dejar el culto a la "santa muerte"?


José Ernesto Hernández R., msp.

Uno de los problemas al que se enfrentan los devotos a la mal llamada <<santa muerte>>, una vez que saben que su culto es satánico en esencia, y que, por tanto, desagrada a Dios, es el miedo a dejarlo. Los mismos brujos o curanderos -como suelen llamarse- se encargan de llenar a los <<devoto>> de falsas ideas que mantienen a las personas sometidas u obligadas a permanecer en dicho culto. Más, ¿acaso no es esto una contradicción? Si es <<buena>> como dicen, ¿Por qué tener miedo?

Las ideas al respecto son muy variadas, por ejemplo: <<si dejo el culto, la “niña blanca” se va a vengar llevándose a alguno de mis familiares o a alguno de mis hijos>>, <<no puedo tirar la imagen que tengo en la casa porque luego aparecerá otra más grande, siempre me perseguirá>>, <<si dejo de ponerle manzanas y veladoras ya no me va a rendir el dinero>>… Así, existen personas que están convencidas de que una vez que han participado del culto o veneración a la <<niña blanca>> es imposible dejarlo.

La muerte, en primer lugar, no existe como persona, sino que solo es un estado, como el nacimiento de alguien o el celebrar un cumpleaños. Dice san pablo: <<porque no estamos luchando con poderes humanos, sino con malignas fuerzas espirituales, que tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea>> (Ef 6, 12), por lo tanto, se requiere compromiso y decisión en quien quiere abandonar de manera definitiva la devoción, o dejar de <<trabajar>> con la muerte en el caso de los <<curanderos>>. Se trata de una verdadera conversión de vida no de un sentimentalismo momentáneo.

Lo primero que se debe hacer es una renuncia  fuerte y decidida de esta práctica, mediante el sacramento de la Reconciliación, pues su finalidad <<es la de participar la vida divina>> (CEC No. 1131) como los otros Sacramento, que son gracia y fortaleza  de Dios que nos asisten  en nuestra vida diaria. Luego, es necesaria una profesión de fe en cristo Jesús, como único y absoluto vencedor de la muerte, y el Señor de la propia vida. Esto se debe hacer en la iglesia y, de preferencia, ante Jesús Sacramentado. Además, se debe invocar la presencia virginal de María, madre de Dios; así como la intercesión de los santos.

El segundo paso será destruir todo lo relacionado con el culto -nunca con una actitud retadora, sino como confianza en Dios- imágenes, amarres, amuletos, tirar lociones, fragancias, fetiches de las puertas, será importante destruir todo, y no sólo tirarlo sino destruirlo literalmente, para evitar el riesgo de que alguien vuelva a recogerlos. En el caso de imágenes o artículos hechos en algún metal precioso como oro o plata, se manda a fundir y a elaborar alguna otra imagen de preferencia  de algún santo. Mientras se estén destruyendo los objetos es conveniente rezar el rosario, o alguna oración que se sepa. Si es posible, invítese al sacerdote para que bendiga la casa.

Es importante saber que esto no es magia, ni tiene nada que ver con un exorcismo, solo se trata  de una renuncia al mal y de un acto voluntario de fe y cambio de vida, así como la aceptación de Jesucristo. Será necesario frecuentar los sacramentos, y a Eucaristía al menos los domingos, así como la lectura y meditación de la palabra de Dios pues <<la palabra de Dios es la espada que les da el Espíritu santo>> (cf. Ef 6, 17). Nunca debe predominar el miedo pues el evangelio, que es cristo mismo, es <<poder de Dios para todos los que creen, alcancen la salvación>> (cf. Rm 1, 16).

De: Inquietud Nueva  septiembre-octubre 2014 N°179.
Capturado por: Hermano Sergio Alberto Santiago Vargas.
Grupo: CERS.
Parroquia María Auxiliadora Diócesis de Tuxpan, Veracruz.

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